Y el resto es de imaginar, edredones revueltos, mañana
brillante en los ojos, el sol se cuela entre los barrotes de una ventana y
calienta la nuca, ruidos de una calle que se empieza a despertar… y a lo lejos
un grito, ahogado por la carne de su amante… Y en este preciso instante,
¿Estará Amelie pensando quién estará teniendo un orgasmo ahora mismo?
¡Que ilusos si pensaron no volver a verse, a probarse, a
devorarse…! Eran demasiado débiles, sucumbían demasiado a sus instintos, a su
ego más profundo y oscuro. Cuando se sentían, la racionalidad no cabía en sus
cabezas, las perspectivas se mandaban a la mierda y el futuro sin el otro
seguía siendo una pesquisa que algún día se trataría de alcanzar, aunque no por
el momento.
No se amaban, no
estaban enamorados, ambos eran demasiado egocéntricos para sentir eso por el
otro, sencillamente estaban enamorados de su reflejo en los ojos de su
contrario.
Que bello es verte en
un universo idílico, pues en ese mundo, solo caben las maravillas soñadas, la
utopía, los sueños y los milagros, allí todo lo demás está de más.
Y es entonces, cuando
las luces sobran, cuando las verdades se dicen a susurros en el oído y los
secretos se gimen mezclados con el crujir de un lecho, cuando el placer
ensombrece las luces más brillantes y se siente la muerte más cerca, cuando no
cabe más que él, y ella, y los dos y ninguno, es entonces cuando por un momento
todo lo demás, todo lo que vendrá después, de buena mañana, el ruido de la
ciudad, de los coches, de la gente en su rutina, en su ajetreo, las
preocupaciones, los miedos, dará igual, dejará de importar.
En ese momento, la existencia es mucho más hermosa, más
llevadera, la piel del otro aún se lleva en la yema de los dedos, los olores se
mezclan en una perfecta simbiosis de vida y las respiraciones se compaginan
para poder equiparar el mismo aire, y derrumbarse con el mismo suspiro.
¿Quién será el
inconsciente que afirme poder decirle que no ha eso? No lo habrán probado, o lo
que es peor, no querrán admitirlo, por lo menos en ese sentido ellos no se
engañaban, terminarían buscándose, y si no, el destino, caprichoso y casual, se
encargará de hacerlos volver a verse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario