- ¿Crees que he perdido la cabeza?
- Si, estas loca, desquiciada, has perdido la cabeza, ¿pero te digo algo?, las mejores personas lo están...
(Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton)
Oscar Wilde
"Podria simular una pasion que no sintiera, pero no podria simular una que me arrasara como el fuego"
¿Nos hemos encontrado?, esa es la gran incógnita, la prueba más difícil y la respuesta más dura de responder.
Nos pasaremos la vida tropezando, intentando comprendernos, escarbando en medio de lo más hondo de nuestros recuerdos y procurando pisar acertadamente cuando a nuestro alrededor no hay más que arenas movedizas.
Por eso, un consejo… no hace falta que miremos en cada momento donde plantamos la pezuña, es mucho más fácil limpiarse la mierda y la próxima vez andar con más olfato.
No nos podemos pasar la vida teniendo miedo de tropezar con la acera, cuando al fin y al cabo es divertido reírse de la caída.
No es triste caminar sólo, muchas veces apetece darse un paseo escuchando música u oyendo tus propios pensamientos en solitario, todo el mundo necesita soledad,
Por eso, que nadie se extrañe al verme, sola, bailando por la calle al ritmo de mis propios latidos. Necesito solamente de mi misma para comprender y comerme el mundo, aunque a veces alguien me ceda un par de salsas para aniñarlo o darle sabor.
Y por último que nadie se olvide:
Toma el camino que te mantenga a flote, yo tomare el que me lleve a las estrellas.
Siempre me considere una persona agnóstica tirando para atea. La religión, más que una serie de dogmas por las que guiar mi vida me resulta, un cuento chino digno de mofa y burla, por varios motivos, desde la imposibilidad de creer en un ser todo poderoso que parece que la ha tomado por alguien o quizás sea por toda la parafernalia que se monta alrededor de lo que algunos ingenuos llama “actos de fe”.
A los hechos me remito, comuniones, bautizos, confirmaciones, bodas… son una escusa para irse de fiesta y disfrutar con el consumismo que ese sí que es nuestro verdadero Dios.
Estoy bautizada y no por mi elección (y dudo que por la de mis padres), hice la comunión sí (es lo que tiene estudiar en un colegio de curas y que esa ceremonia sea sinónimo de una opulenta comida y un montón de chorradas envueltas en papel de regalo, todo unido a un vestido carísimo que llevaba can, can; todo hay que decirlo, en esos momento mi pensamiento era: si Dios a querido que me regalen tonterías y me ponga este vestido, Dios tiene que molar…), pero ya en el momento de confirmarme, lo primero que pensé era en el reloj que me iban a regalar, pero después de puntualizar que necesitaba 2 años de preparación, malgastando sábados que podía dedicarlos a hacer el cafre con mis amigos y domingos durmiendo en lugar de asistir a la eucaristía, decidí que un reloj no valía tanto tiempo escuchando gilipolleces que en realidad no creía.
Y aquí me encuentro, con poco más de dos décadas sobre la tierra y una fe escuetita tirando para inexistente. Renegando de todo lo que suena a religioso y es más, cachondeandome de todo lo que tiene que ver con ello.
Es más, hace poco pensé en confesarme… pero ante el pensamiento de mis pecados tendría que llevarme un taper para cenar allí y un saco de dormir para hacer noche en ese lugar a los que algunos llaman sagrado.
En relación con este tema, me puse a pensar sobre los pecados capitales para ver cuantos rigen mi vida y de cuantos soy pecadora:
Pereza: Hombre, si para mí el día empieza alrededor de la 1:30 de la tarde y paso más tiempo en posición horizontal mirándome el ombligo que realizando otra actividad más producente podríamos decir que sí, peco de Pereza.
Envidia: Me pongo adespotricar sobre modelos y actrices con piernas kilométricas casi tan largas como yo (como yo entera por supuesto).
Soberbia: Si cuando me levanto (recalco y reitero, a la una del medio día) me miro al espejo y me digo al verme (con la cara hinchada de dormir, unos pelos de loca que darían miedo a la misma niña del exorcista, la marca de la sábana incrusta a la cara y el hilillo de la baba todavía brillante):
-¡Qué regalo soy para el mundo! ¡Que suerte tiene de que yo salga a la calle!-
(Aunque visto así me pongo a pensar… ¿Cómo voy a pecar de orgullo y soberbia si soy perfecta?)
Lujuria: De eso mejor no hablamos… disfruto demasiado de los placeres de la carne… sólo eso.
Ira: No es que sea agresiva, solamente que hay veces que me sacan de mis casillas y a continuación decido utilizar mis armas de mujer (es decir, saco la escopeta).
Gula: Sería una extensión de la lujuria, disfruto demasiado de los placeres de la carne (de cerdo, de cordero, de ternera, de pollo…), me gusta hacer mis 8 o 9 comidas diarias (aunque a veces me faltan las horas) y el día que tengo hambre, soy capaz de comerme al cocinero rebozado. Aunque si nos ponemos a pensar, esto no es gula, sino hambre, siempre me acojo a los refranes, y esta vez no va a ser menos: La ley del pobre, reventar pa’ que no sobre…
Avaricia: De eso tal vez me libro…
Y así andamos: Pecadora hasta las trancas, que si me llego a confesar un día de estos para ahorrarle tiempo al “señor, santo sacerdote” y a mi misma, más me vale decir:
-Óigame, señor don cura, no me he cargao a nadie… por lo demás e pecado de todo, absuélvame…-
La verdad es que me parece una tontería confesarse cuando bien sabes que vas a seguir haciendo todas esas cosas que tanto te gusten, hartarte a comer, follar si se puede (o si no, ya se encontrará otra manera de buscar el alivio), reventar objetos de valor contra el suelo cuando te cabreas y un largo etcétera.
Por eso, terminaré con una frase de Jules Renard sobre el tan todo poderoso Dios, que a mi modo de ver, describe con exactitud todo lo que opino sobre él y que tras leerla se ha convertido en mi frase atea preferida (sustituyendo a mi: “O Dios no existe o es un hijo de puta”)
"No sé si exista Dios, pero sería mejor para Su reputación que no."
Aliñar el destino, cosa complicada cuando no se tienen ni ganas de despertar para no rememorar todos los hechos que hacen que se enmudezcan las risas del alma y el espíritu.
Que muchas veces si mandamos a tomar por culo al mundo entero es con razón, pues en muchas ocasiones es más fácil eso que llenar el vacío de nuestra alma con las lagrimas encerradas.
Que sobran motivos para estar jodidos…
No es fácil asumir la falta, te despertaras pensando que el mundo sigue igual, que el océano está igual de lleno, pero le faltan gotas, que el sol quiso volatilizar para convertirlas en lluvia y ceniza, sin tener en cuenta que muchos seres necesitaban de ellas para respirar.
Que siempre queda algo en el aire, en el fuego, en el recuerdo que te hará acordarte de todas las fotos que no echaste y de los momentos que merecía la pena haber vivido pero por pereza no quisimos.
Yo soy yo y mis circunstancias, pero cuantas circunstancias sobran y cuantas faltan para que seamos completamente nosotros mismos.
¿Qué ha hecho forjarnos? ¿Qué ha evitado que lo hagamos de manera equilibrada? ¿Cuántos suspiros nos quedan? ¿Cuantos hemos lanzado? ¿Cuanta capacidad tenemos para amar, echar de menos?... ¿Olvidar?
La mente es selectiva, llena de parajes ocultos, de rincones escondidos y por eso cuando el olvido es la mejor manera de consuelo nos olvidamos de olvidar, pero paradójicamente cuando alguien falta, la forma de vencer a la muerte es sobrevivir al olvido y mantener el recuerdo vivo.
Nadie os olvida, lo que tocasteis tiene vuestra firma y aun la forjan aquellos que alimentan vuestros nombres en la soledad de una mente que solo conocen sus dueños.