Podrás decir de mi que no permanezco, que me condeno a mi propia libertad, que no soy capaz de dar quietud a mi ser, que cuando me enfurezco hago temblar las amapolas más endebles y las encinas más milenarias...
Yo te contestare que mientras nada me de una razón para quedarme no lo hare por decisión propia, pues muchos son los lugares, al igual que este, que necesitan de mis devaneos, te dire que hasta que no se descubra el infinito no seré capaz de dejar escapar la posibilidad de encontrarlo y por eso me condeno a mi propia libertad, te reprochare que no soy capaz de permanecer quieto porque los segundo pasan y yo lo que quiero es irme con ellos y por último te comentare que nunca quise hacer temblar los parajes por donde paso, fueron ellos los que se dejaron seducir por mi movimiento...
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